La naturaleza ha creado uno de los virales más importante de la historia de internet (y tal vez de la humanidad), un viral 100% orgánico y de un crecimiento exponencial a niveles nunca antes vistos.
Un viral que sin buscar promocionar una marca importante ni nada parecido es de impacto global desafiándonos no sólo a nivel de salud sino también económico, social, político e incluso, filosófico.
Un viral que pone en jaque a personas como Boris Johnson, primer ministro británico, que según Infobae.com tomó hace 2 días una de las decisiones más polémicas de estas semanas al anunciar que el Reino Unido mantendrá una política de puertas abiertas, decidiendo sacrificar a los más vulnerables de la sociedad por no generar un impacto negativo en la economía (lo cual en un planeta tan interconectado, es prácticamente imposible).
Sin embargo, lo más resaltante de todo esto es lo evidente que resulta ver nuestra incapacidad para operar como un sistema único global.
Este viral nos grita a la cara que las fronteras son un invento nuestro, que existe una ironía cada vez más evidente al estar tan interconectados y tan separados. Y nos demuestra, cada día que pasa, lo complejo que se nos hace tomar decisiones que nos cuiden a todos.
Nos muestra algo que debería ser evidente, que un sistema globalizado que opera sobre una cultura global basada en la competencia egoísta y enfocada en el yo sólo puede hacer una cosa, condenarnos a destruirnos de formas más rápidas y eficientes.
Aquí viene al caso una aclaración importante.
En este momento de mi vida soy un líder empresarial y la competencia me parece de las mejores cosas que tenemos. El tener un sistema capitalista basado en la libre competencia, desde mi mirada, es la base por la que hemos conseguido mucho del bienestar mundial actual.
Soy un capitalista por definición pero busca jugar bajo una competencia distinta. Busco vivir tomando decisiones bajo una perspectiva de competencia consciente y no de competencia egoísta.
Cuando funcionamos bajo un principio de competencia egoísta y poco sistémica. Generamos un problema muy serio y complejo para todos. En suma, generamos valor de corto plazo para unos cuantos, pero destruimos valor de largo plazo para todos.
Pero entonces, ¿En qué consiste el principio cultural de la competencia egoísta?
Un principio cultural es como una creencia difundida. Algo que rige nuestro comportamiento. El principio de la competencia egoísta se podría explicar de la siguiente manera:
-
Competir pensando que el ganar nos permitirá demostrar que valemos más que el otro, lo hacemos para subir nuestra autoestima. Valemos más a expensas del fracaso ajeno.
-
Competir pensando que el propósito último del juego es ser el número uno. Si no somos número uno, el propósito no se consiguió.
-
Competir pensando que el fracaso es el peor pecado que podemos cometer. Si fracasamos, no hay vuelta atrás. Luego de eso, no podremos perdonarnos
-
Competir queriendo ganar a cualquier precio.
-
Competir sin apreciar lo bueno del otro. Competir odiando al otro.
En suma, una de las causas raíz de todo lo que está pasando consiste en lo difundido que está el principio de competencia egoísta, basada en que la búsqueda última de la vida se trata de ganar para valer más que el otro.
Este principio se respeta en todos los niveles: Desde la lucha por ganar entre continentes, entre regiones, entre países, entre empresas, entre equipos dentro de las empresas y hasta la lucha diaria entre personas que compiten todos los días por valer más que la otra, se da en la vida personal y sobre todo en el trabajo. Vivimos en la constante búsqueda del demostrar hacia afuera.
Ese es el problema.
Y entonces ¿Cuál es el cambio concreto que propongo dar?
En UMAAN utilizamos el concepto de SHIFT CULTURAL para retratar exactamente de donde hacia donde deberíamos caminar.
Para mí, deberíamos dar un salto de una competencia egoísta a una competencia consciente.
Para entender mejor este shift, te pido que imagines a un padre de 50 años jugando al ajedrez con su hijo de 20. Hasta este momento, el padre siempre ha ganado. Pero en esta partida, ocurre algo fantástico, y es que por primera vez el hijo le gana al padre.
Este es uno de los ejemplos de competencia consciente más didácticos (se que te parece muy complicado de llevar a los negocios, pero sígueme la corriente por favor). Analicemos el caso:
-
El padre quería ganar el juego. Compitió y dio lo mejor de si mismo para vencer a su hijo. No quería que su hijo gane sin merecerlo.
-
El padre disfrutó el juego, sin embargo no lo hace pensando en que si gana, esto le permitirá incrementar su autoestima, no tiene nada que demostrar. Juega por expresar su conocimiento y excelencia en el ajedrez.
-
Cuando el padre pierde, no siente que vale menos o que se perdió el propósito del juego. No piensa: “Mejor no hubiera jugado”. Valora la experiencia porque sabe que el propósito del juego es más grande que él mismo.
-
Para el padre lo más importante es que ambos, tanto él como su hijo sigan aprendiendo a través de la experimentación. El fin último del juego no es ganar, es evolucionar.
¿Esto es competencia? ¿Qué de especial tiene? Algo muy lógico salta a la vista, el padre por encima de ganar está buscando que su hijo pueda ser la mejor versión de sí mismo. Otro punto evidente además, el padre ama al hijo. Lo considera una extensión de él mismo.
La pregunta del millón de dólares: ¿Qué tanto esto puede se puede extrapolar al mundo de los negocios, política o al mundo del trabajo? A mi me parece que totalmente — lo se, suena ingenuo, pero no me importa — realmente me parece que sí se puede.
Hablamos de empezar a generar un principio cultural de competencia consciente. Que tiene ciertas características:
-
Competir pensando que es la mejor manera de expresar nuestra excelencia y grandeza. Nuestro autoestima no se hace ni más ni menos con la victoria. No nos hace felices el fracaso ajeno.
-
Competir sabiendo que existe un propósito más grande que nos incluye a todos. Sabiendo que el fin último del juego no es ganar, si no aprender a través de la experimentación. El fin último es la evolución del sistema.
-
Competir queriendo ganar pero sabiendo que fracasar es una opción, y que si actuamos de forma íntegra, podemos alcanzar algo más grande, estar en paz y orgullosos de nosotros mismos al final del camino.
-
Competir queriendo ganar, pero no a cualquier precio. Competir de forma íntegra cuidando estar a la altura de nuestros principios.
-
Competir apreciando lo bueno del otro. Competir amando al otro.
Entonces, ¿Cómo hacerlo?
A nivel de país, podría hablar de políticas, del sistema educativo, de la familia. Existen un sinfín de iniciativas y casos de los cuales aprender en el mundo. Sin embargo, considero que la herramienta más poderosa que tenemos, es a nivel personal: es nuestra propia consciencia y nuestra capacidad de transformarnos a nosotros mismos la llave para seguir evolucionando como sociedad.
Te propongo prestar atención a cómo estás compitiendo en tu vida, en tu trabajo, en tu sociedad. Yo prometo hacerlo igual. Aquí un resumen del SHIFT Cultural que propongo:
¿Qué beneficio nos traería implementar este shift cultural?
Funcionar bajo un modelo de competencia consciente nos permitiría sacar lo mejor del modelo capitalista actual y funcionar como el CORONAVIRUS nos lo está exigiendo. Como un sistema ÚNICO global, que decide de forma sistémica pero no deja de generar innovación y excelencia.
Se trata de competir con excelencia buscando la evolución del sistema. Si cada decisión, sea empresarial o política, se tomara desde un modelo mental de competencia consciente nos evitaríamos muchos de los grandes males del mundo actual.
Recordemos:
-
La naturaleza no nos necesita. Nosotros si a ella.
-
Somos seres finitos en un universo infinito. Nuestra grandeza debe radicar en nuestra capacidad de levantarnos todos los días sabiendo que puede ser el último. Lo mejor que podemos hacer es actuar en consecuencia y buscar la evolución del sistema.
-
Hemos creado un principio cultural basado en la competencia egoista, debemos dar un giro hacia una competencia consciente.