Con las elecciones de Trump en noviembre del 2016, se formalizó el inicio de la recaída de la humanidad en el viejo vicio del populismo autoritarista.
Brexit, Putín y Bolsonaro llegan con los viejos argumentos del proteccionismo versus liberalismo llevándonos a todos nuevamente por el mismo sendero que hace ya algunos años terminó divorciando a Europa y al mundo en “la izquierda” y “la derecha”. Ellos plantean nuevamente que el enfoque en la empresa y el enfoque en la sociedad son, y siempre lo serán, opuestos irreconciliables y que se debe priorizar uno sobre el otro. Basta con ver a Estados Unidos, el “policía del mundo”, entrar en debates sobre si efectivamente existe el calentamiento global, para darse cuenta que algo anda mal.
Mientras tanto, el Perú continúa con una desintoxicación de décadas de dictaduras, terrorismo y corrupción. Pareciera que tenemos el talento de curarnos cuando todos los demás se enferman. Similar fue en los años 40s cuando en Europa huían del fascismo y el socialismo de Lenin haciendo al Perú destino de tantos emigrantes italianos, españoles y demás. En este contexto me pregunto ¿cuál es el rol de la empresa en todo esto?
Para el socialismo radical la gran empresa representa todo lo malo del sistema capitalista “siempre yendo detrás del dinero sin importarle la gente” y lamentablemente, el sistema capitalista no ha faltado en dar ejemplos que sustentan esta línea de pensamiento. Vemos cómo empresas “fast-fashion” confeccionan prendas por niños explotados en Asia, cómo VolksWagen implementa sistemas en sus autos para falsear resultados en pruebas de medición de contaminación y, poco a poco, cómo Odebrecht nos ha robado a todos. Con estos titulares es difícil tenerle fe a la empresa. Sin embargo hoy los principales bancos del país tienen dentro de sus prioridades el dirigir sus actividades hacia un propósito noble. Algo radicalmente distinto al modelo tradicional del dinero por sobre todo lo demás. Esto no es ninguna coincidencia ya que los “dueños del dinero” se han dado cuenta que cuando aportan de manera positiva al entorno en el cual operan todos se benefician, incluso ellos mismos.
Todas las empresas quieren operar en un entorno sano. Por eso el sector financiero peruano, que aprendió de Silicon Valley, se ha dado cuenta que si consistentemente erosiona el sistema en el cual opera se está quitando poco a poco tiempo de vida. El mantener el sistema sano no es solo rol del Estado, es de todos, y la empresa debe ser un protagonista. Resulta que el enfoque en la empresa y el enfoque en la sociedad no son tan opuestos el uno del otro, de hecho se necesitan para sobrevivir. La empresa que solo busca rentabilidad sin importarle impacto que genera en su entorno está descontando un suicidio. Solo la empresa que se da cuenta de que la utilidad es el resultado de aportar valor real al entorno sobrevivirá en estos tiempos caóticos.
No por coincidencia, Google tiene como “Leadership Advisor” a Fred Kofman, principal ponente del Conscious Business en el mundo. Con el modelo de Conscious Business y Conscious Capitalism crecieron empresas como Whole Foods Market, Southwest Airlines, Semco en Brasil y muchas otras.
Te invito a que te preguntes genuinamente: ¿Cuál es el impacto de mi trabajo en mi entorno? ¿Qué estoy haciendo para asegurarme de que seguiré vivo en el mediano a largo plazo? Y, sin importar el tamaño, ¿Estoy erosionando el sistema en el que opero?